Sin ser un Ferrari en el estricto sentido del término, el Alfa Romeo Bimotore pasa por ser el primer vehículo promovido, concebido y construido bajo los auspicios y dirección de Enzo Ferrari. Nadie discute la paternidad de este fantástico coche imputable a la Scudería Ferrari.
Además, a título anecdótico, fue el primer coche que lució “il cavallino” en el morro.
La motivación de su existencia hay que ubicarla en 1934. La pequeña Scudería Ferrari no podía seguir compitiendo con los colosos de la creciente Alemania llamados Mercedes y Auto Unuión, ambas poderosas casas oficiales de emergente dominio frente al cual, una escudería privada muy poco podía hacer, máxime cuando apenas podía intervenir por ese carácter de privada, en desarrollar nuevos vehículos.
Así las cosas Enzo Ferrari se reúne con sus colaboradores para estudiar las posibilidades de contrarrestar aquella mastodóntica ofensiva alemana. Con Alfa Romeo poco se podía contar ya que empezaba a desentenderse de la competición.
Se decide no arrojar la toalla y acudir a competir, en una especie de huida hacia adelante muy propia del Commendatore, en el ámbito de la Formula Libre. Para ello se necesitaba un vehículo de gran cilindrada y que no requiriera de un chasis muy exigente, dado que ello implicaba una moderna metalúrgica muy especializada y costosa, fuera del alcance de la Scudería. Nace la idea de un coche con dos motores ya que los propulsores de Alfa Romeo no permitían por su configuración, un incremento de cilindrada.
Se encarga del proyecto Luigi Bazzi al que ayudaron Arnaldo Roselli y Marinoni. Por razones de equilibrio se optó por colocar uno de los motores delante y el otro tras el puesto de conducción. Las unidades motrices eran básicamente las del Alfa Romeo P3 sin particulares modificaciones. Uno de los problemas mas complejos fue el de la transmisión que se verificaba con un solo grupo (de tres velocidades) en bloque con el motor delantero. Su unión al motor trasero se hacía a nivel del embrague donde venía a sumarse las potencias de ambas motorizaciones. Si bien podía funcionar con un solo motor, desconectando el otro, lo que era útil en caso de averías o para poner en marcha aquel monstruo.
La cilindrada total era de 6,3 ó 5,8 litros. La potencia total sumaba en el primer caso los 540 cv a 5.400 r.p.m. El peso (en seco) se iba a los 1300 kilos. Necesitaba un depósito de lubricante generoso (50 litros). Los de combustible se ubicaron en los flancos y eran de una cabida de 240 litros de carburante. En orden de marcha pesaría del orden de 1.700 ks.
Se proyectó y construyó en solo cuatro meses y debutó en el GP de Trípoli de 1953 con dos ejemplares: uno para Nuvolari (equipado con dos motores de 3.167 cc en total 6,3 litros ) y otro para Chiron (equipado con dos motores de 2.905 cc; en total 5,8 litros).
Esta colosal criatura no tuvo una vida feliz. Su enorme potencial quedó mermado de manera decisiva por no existir en el mercado un fabricante de neumáticos que fuese capaz de poner “zapatos” con garantías a esta bestia. Esta limitación fue decisiva y la carrera del Ferrari Bimotore fue coartada. Acaso su mayor éxito fuera el récord de velocidad en manos de Nuvolari y sobre la carretera Firenze-Mare el 15 de junio de 1935. Aquel día Tazio batió el récord del kilómetro y el de la milla. Legó a unas puntas que superaban los 336 km/h lo que hacía que Nuvolari fuese en aquella época y al margen de Campbell y su especialísimo Blue Bird, el hombre más rápido de la tierra y ello sobre un coche de competición, no sobre un vehículo de récords. Una hazaña.
Es el Bimotore un ejemplo más de la creatividad del “agitador de ideas” que era Enzo Ferrari, aunque no pagó a sus creadores en resultados, el esfuerzo que su concepción supuso.
Saludos, Bandini.
Dos instantáneas del Bimotore, ayer y hoy.