GILLES PER SEMPRE
"Villeneuve fue un piloto distinto. Un extraterrestre en el mundo de la Fórmula 1 actual. No era demasiado exigente con la puesta a punto de su monoplaza; o con los neumáticos. "Pasaba" de reglajes a la milésima y de estudios aerodinámicos con computadora. Si su coche podía tenerse más o menos sobre la pista, no hacía falta más. Él ponía el resto. ¡Y de qué forma! Nadie podrá olvidar sus sensacionales salidas, donde demostraba que no hacía falta estar en la "pole position" para llegar a ir delante. O la mayor parte de sus carreras cargadas de combatividad, fuerza o creatividad. Aquel Gran Premio de Holanda con tres ruedas, su victoria del Jarama en 1981, sus remontadas… Personalmente, la actuación de Gilles que recuerdo con mayor emoción es el Gran Premio de Canadá de 1981. Fue sobre mojado y debido a varios golpes con otros participantes, el morro de su Ferrari había quedado totalmente destrozado, hasta tal punto, que Gilles tenía que sacar la cabeza por un lado para poder ver lo que tenía delante, pues el alerón -lo que quedaba de él- le impedían la visión. El público vibraba; todos vibrábamos. Finalmente, el morro se desprendió. Y ante nuestros ojos, con la pista totalmente inundada y a más de 180 km/h, el Ferrari número 27 empezó a cruzarse. Y, entonces, Gilles procedió a controlar de forma asombrosa una situación que nadie más hubiese podido remediar… o a la que, simplemente, ningún otro se hubiese atrevido a llegar.
Yo casi diría que Villeneuve marcaba la Fórmula 1 porque era prácticamente el único que emocionaba y hacía estremecer al espectador en un momento proclive a la frialdad. Era el ídolo, justificada y merecidamente, sin parangón alguno con los demás pilotos de su generación. No corría para proclamarse campeón mundial o para demostrar algo; lo hacía simplemente, porque disfrutaba corriendo, sin presunción, entregándose al cien por cien. Jamás tuvo problemas con sus compañeros de equipo. Ni siquiera cuando Carlos Reutemann -piloto polémico por excelencia- corrió con él para Ferrari, lo que ya de por sí es un dato muy significativo. En cierta manera, resultaba paradójico que un piloto tan temperamental en la pista fuera tan honesto y tan honrado. Durante las últimas temporadas, la Fórmula 1 ha conocido varios casos de pilotos que se han negado a sacrificar un resultado o una posibilidad por el bien del equipo. Es un tema, ¿por qué negarlo?, que merece ser bien analizado y debatido, pero a mí me gustaría recordar aquí las experiencias al respecto vividas por ese piloto que luchaba hasta el límite de sus posibilidades de la forma que todos conocen.
Por ejemplo, aquel Gran Premio de Italia de 1979 en el que los responsables de Ferrari le pidieron que dejara pasar a Jody Scheckter, aun cuando ambos pilotos de la Scudería tenían parecidas posibilidades de obtener el título mundial. Jody fue primero en Monza, Villeneuve segundo y el sudafricano se proclamó Campeón. "He rodado a propósito muy por debajo de nuestras posibilidades reales", me había dicho Gilles una vez finalizada la carrera y, dicho sea en honor a la verdad, sin atisbos de disgusto. Y es que humanamente, Gilles era lo que se dice una buena persona. Precisamente por ello, quince días antes de su accidente se vio sorprendido en su buena fe. Fue en Imola, donde Didier Pironi le arrebató aquella polémica victoria. Sostuve con Gilles una larga conversación telefónica después del incidente -sin poder imaginar que sería la última- y recuerdo lo enfadado que estaba; Él decía que con Didier, pero en realidad estaba enfadado consigo mismo y aunque aseguraba que a partir de entonces no tendría miramientos, sabía que humanamente iba a hacer juego limpio y que la única arma de que se valdría era, simplemente, su clase como piloto. Gilles era demasiado bueno. Me aseguraba que con Pironi no quería saber nada mas, y yo le dije, conociéndole, que no me lo podía creer.
"Es muy grave", me respondió, "me ha robado una victoria". Pero lo importante no fue lo que dijo sino el tono en el que lo dijo: exactamente el mismo que el de un niño que tiene una disputa con otro y al cabo de unas horas hace las paces con él. Lamentablemente, el destino de Villeneuve no le permitió llegar hasta ese momento. Todos los pilotos de la Fórmula 1 le querían. Fue uno de los que más lucharon en pro de las reivindicaciones y por hacer una Fórmula 1 más humana y más segura. Del movimiento que llegaron a crear con Pironi, Giacomelli, Tambay y Arnoux y últimamente con Lauda, no hace falta hablar. Yo lo recuerdo ahora hablando sinceramente de los problemas de los coches actuales, sentado en una mesa del Café de París un día de invierno en Montecarlo, con la teoría de que la solución ideal serían más caballos y menos adherencia; o mostrando su enfado durante una reunión de pilotos en el Jarama después de haber leído en un periódico madrileño que la FOCA, o sea, los pilotos, exigían no sé cuantos dólares para correr un determinado Gran Premio; o indignándose porque el Marqués de Cubas había dicho que "los accidentes eran la salsa del espectáculo". Todo lo relacionado con los pilotos y la seguridad- así como todo lo que se decía al respecto- le preocupaba. Y no solamente durante los fines de semana con Gran Premio sino siempre y a cualquier hora.
Fuimos muchos los que lloramos aquel día en Zolder. Fue terrible. Hasta el mismo Bernie Ecclestone tuvo que hacer esfuerzos por seguir aparentando que era el hombre frío, imperturbable y calculador de siempre. Desde aquel sábado, la Fórmula 1 no ha vuelto a ser la misma. Pero también desde aquel sábado, muchos despertaron y se pusieron a pensar, cosa que no hacían desde mucho tiempo atrás. La muerte de Gilles provocó un cambio notable en las relaciones humanas y políticas de la Fórmula 1. Las peleas y las polémicas amainaron. Fue una triste lección, pues hizo falta dar mucho para que fuese entendida: fue preciso que perdiese la vida un generoso y sencillo piloto venido de Quebec, cuya filosofía de las competición y su excepcionales cualidades para practicarla han marcado una época en la Fórmula 1 de forma tan decisiva que nadie podrá ya jamás olvidarlo".
F. Rosés, "Mis Recuerdos de un Piloto Extraordinario".
Saludos...Borsari